Lugares más visitados
Rumania es sinónimo de la leyenda de Drácula, es por eso que el sitio turístico más visitado es el Castillo Bran, más conocido como el Castillo Drácula.
Te presentamos aquí los lugares más visitados y más conocidos de Rumania.
CASTILLO BRAN (DRÁCULA)
La revista americana Forbes ha posicionado el Castillo de Bran en segundo lugar en la lista de las propiedades más caras de todo el mundo, con un valor estimado en 140 millones de dólares. ¿De dónde viene el pseudónimo del Castillo de Drácula? El que creó el mito del castillo que se le asocia a Drácula es el escritor irlandés Bram Stoker, quien publicó, en 1897, en Londres, la novela “Drácula, el vampiro de los Cárpatos”. Gracias a esta novela y a sus posteriores puestas en escena, ha nacido una asociación indestructible entre Drácula, el Castillo de Bran y Transilvania.
CASTILLO PELES
Después del Castillo de Bran, Peles es considerado el segundo museo del país buscado por los turistas. Solamente en el año 2009 lo han visitado más de trescientos mil turistas, muchos nacionales, pero también de los Estados Unidos, Australia, Japón, Nueva Zelanda y otros países. La importancia del castillo también se refleja en las medidas de seguridad existentes: vigilancia militar, guardias de seguridad y cámaras de vídeo. El Castillo de Peles es la residencia real más famosa de Rumania. Los arquitectos encargados de proyectar y construirlo han tenido que luchar mucho con las numerosas ideas del Rey Carol y su austero presupuesto.
EL CEMENTERIO ALEGRE
El Cementerio Alegre de Săpânța es el cementerio más bonito del mundo y uno de los lugares turísticos más visitados de Rumanía.
Es único en el mundo por su manera de presentar la unión del hombre con su destino final, la muerte. Aquí la muerte no es considerada un drama, sino un punto de partida, una etapa más en la vida del hombre.
La leyenda cuenta que la actitud alegre delante de la muerte es una costumbre de los dacios, que creían en la vida eterna, y la muerte era para ellos solamente un paso hacia otro mundo. Ellos no veían la muerte como un final trágico, sino como una oportunidad para encontrar al dios supremo Zamolxis.